“La niña dormida de Turville” es el apodo que recibió Ellen Sadler, la joven inglesa que se acostó a dormir una noche y despertó nueve años después. Aunque parece la trama de un cuento infantil, este peculiar caso probablemente derivó de una condición de salud real conocida como narcolepsia.
El “sueño eterno” de Ellen Sadler.
En el año de 1871, la joven de 11 años de edad se acostó a dormir y no despertó hasta 1880. Previo a este sueño de nueve años, Ellen Sadler manifestó algunos padecimientos médicos, por lo que pasó algún tiempo internada en un sanatorio. A su corta edad, la pequeña ya se ganaba la vida como niñera en la vecina localidad de Marlow.
Mientras trabajaba, comentó a sus patrones que tenia fuertes dolores de cabeza, somnolencia y un cansancio inusual. Los síntomas se agravaron hasta el punto que le resultó imposible seguir desempeñando adecuadamente su trabajo. La joven regresó a Turville y, tras una evaluación médica, se quedó varios meses en el hospital.
Tras casi medio año en el sanatorio, finalmente la dieron de alta. Una vez en casa de sus padres, Ellen Sadler sufrió varios episodios convulsivos hasta aquella noche en que empezó su letargo de casi una década.
La niña dormida de Turville se convirtió en todo un fenómeno. Curiosos de diversas partes de Europa viajaban hasta la casa de la pequeña para verla inmersa en su “sueño eterno”. Ann, su madre, solía suministrarle alimentos líquidos, como leche o té. Pero, tras algún tiempo la boca de Ellen Sadler se cerró y la familia no tuvo más que seguir suministrándole líquidos por una ventana que dejó un diente faltante.
Su sistema digestivo dejó de producir residuos sólidos y de vez en cuando defecaba fluido. Creyendo que se trataba de un engaño, algunos visitantes llegaron a picarla con alfileres para despertarla. Además de los reportes que cubrieron la historia durante varios meses, un equipo médico daba seguimiento al caso. Sin embargo, nadie pudo explicar la condición de la joven.
La sospecha de fraude.
La casa de los Sadler llegó a ser conocida como “Sleepy Cottage” y se convirtió en punto de referencia para los locales. En un artículo publicado por The Daily Telegraph, el periodista señaló que apreció color en los labios y mejillas de Ellen Sadler. “Aunque, su carne lucía flácida y débil. Sin mucha sustancia. En lo que respecta a la respiración de la niña, es tan débil que resulta muy difícil de apreciar”, escribió agregando que sus pies estaban helados.
Los Sadler siguieron recibiendo donaciones para mantener a la pequeña mientras seguía inmersa en el sueño. Eventualmente, muchos empezaron a especular que se trataba de una farsa para recaudar dinero. Sobre todo, cuando Ann, la principal cuidadora de Ellen, murió de un ataque cardíaco en 1880 y la joven despertó de su letargo al poco tiempo.
Ahí surgió la hipótesis de que la madre de Ellen Sadler la drogaba para mantenerla dormida. Y es que, en esos nueve años, Ann se rehusó a que la niña fuera trasladada a un hospital londinense donde la examinarían a profundidad. Además, tampoco permitía que los médicos se quedaran con la joven durante mucho tiempo.
Pese a las teorías de fraude, actualmente algunos expertos consideran que Ellen Sadler pudo padecer narcolepsia. Un trastorno del sueño caracterizado por episodios espontáneos de somnolencia o crisis inusuales de sueño.
Cuando Ellen Sadler finalmente salió del letargo, no recordaba nada de los últimos nueve años. Además de algunos problemas del crecimiento, también resultó con perturbaciones en su visión. Sin embargo, de forma general su salud no resultó afectada. Se casó, tuvo nueve hijos y murió a finales de la década de 1910.
Nota Cortesia de Monita Maussan fan del pejeloco
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