En prácticamente todas las regiones habitadas por el ser humano existen mitos y leyendas, desde pequeñas villas habitadas por tribus atrapadas en el tiempo hasta las modernas metrópolis en países del primer mundo. Algunas de estas historias, como la del famoso chupacabras, pueden traspasar fronteras mientras que otras son exclusivamente locales, como la historia de un hombre escocés conocido con el apodo del hombre gato de Greenock.
Esta historia tiene todo para ser una leyenda urbana, pero increíblemente es una historia real tan horrible como interesante. Greenock es una pequeña ciudad pesquera situada en el concejo de Inverclyde al oeste de Escocia, en el Reino Unido, desde Glasgow son unos 25 kilómetros y es un lugar muy tranquilo y apacible. Sin embargo, este bucólico puerto también es el hogar del misterioso hombre gato.
Los primeros avistamientos de este hombre extraño provienen de la década de 1970, pero la mayoría de los testimonios orales y fotográficos han sucedido en las últimas dos décadas. Cubierto casi siempre con lo que parece ser hollín, los ojos del hombre gato brillan en la oscuridad como los de un verdadero felino y casi siempre se está arrastrando. Y, como lo haría cualquier gato, este hombre come ratas.
La primera evidencia real de que el hombre gato era un humano y no una especie de ser místico apareció en el año 2000, cuando lo filmaron por primera vez. El video del hombre gato se compartió de forma tan amplia en ese entonces que incluso la asistencia social de Greenock tuvo conocimiento del caso. Todos querían saber quién era, de dónde venía y exactamente qué hacía.
Algunos dijeron que se trataba de un marinero ruso varado en Escocia. Otros que había recibido una paliza de pescadores locales y que por eso no podía caminar, o que era un loco que se escapó de un manicomio.
Los habitantes de la ciudad suelen proporcionarle comida y agua, aunque no se le ve con mucha frecuencia. Muchos han mostrado preocupación por su condición mental y por los problemas de salud que haya podido desarrollar en el entorno en que vive, pero poco se ha hecho para mitigarlos. Sin embargo, una cosa es cierta: el hombre gato de Greenock es real.