MÉXICO SIEMPRE HA OBEDECIDO LO QUE LE DICTA Estados Unidos, eso es una realidad que no podemos negar.
Esto último fue lo que hizo Benito Juárez cuando ofreció ceder territorio mexicano al gobierno de Estados Unidos con el fin de que lo reconocieran como presidente y vencer a sus adversarios.
Sí, eso hizo Benito Juárez.
Autorizado por el mismísimo Don Benito, el 14 de diciembre de 1859, el entonces embajador de Estados Unidos en México, Robert Milligan McLane, y el legendario político liberal mexicano, Melchor Ocampo (el mismo de la calle de por la Anzures), firmaron en Veracruz (hasta donde se había instalado el gobierno juarista en plena lucha contra los conservadores) el llamado «Tratado McLane-Ocampo».
En general, con ese tratado, México se comprometía a ceder a Estados Unidos a perpetuidad el paso por el Istmo de Tehuantepec y otros puntos del territorio nacional.
Sí, los gringos tendrían vía libre para que sus productos comerciales, militares y tropas pasaran por territorio mexicano en la zona del Istmo y por todo el territorio que tuvieran que recorrer para entrar y salir de él .
¿Por qué hizo esto Juárez?
Él necesitaba que Estados Unidos reconociera a su gobierno y así poder imponerse de una vez por todas a sus rivales políticos: los ya muy debilitados conservadores (sí, los mismos que trajeron a Maximiliano y Carlota).
Estados Unidos cumplió la parte de su acuerdo apoyando públicamente a Juárez y hasta le dio armas a las fuerzas liberales.
Así, Benito Juárez finalmente pudo triunfar y se convirtió en el presidente legítimo de México.
Pero Don Benito no fue considerado por la historia como un maldito traidor entreguista. Y no porque no lo fuera, sino por su buena suerte.
Al entonces presidente de Estados Unidos, James Buchanan, le agradaba y convenía la firma de ese tratado; sin embargo, éste no fue ratificado por el Senado estadounidense.
Por aquellos años, en Estados Unidos iniciaba la guerra de secesión (los estados del sur o «Confederados» contra los estados del norte o «Unión»), por lo que el Senado consideró que, de aceptar el tratado, se fortalecerían los estados separatistas del sur.
De esta manera, el Tratado McLane-Ocampo nunca entró en vigor y México mantuvo su soberanía.
¡Ah!, y Benito Juárez la libró.
Debido a la buena suerte que tuvo Benito Juárez en este hecho, el historiador José Fuentes Mares acuñó la frase: “Dios era juarista”.
Por cierto, el tratado se mantuvo vigente hasta las épocas del presidente Lázaro Cárdenas, quien logró su cancelación… también en una negociación con Estados Unidos, pero ahora para ser aliados en la Segunda Guerra Mundial.
Así que esto también demuestra que la historia de México es un gran perro correteándose la cola todo el tiempo.
Nota cortesia de Escoria24 "el traidor de los blogs"
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