Resulta evidente que el trasero humano se convirtió en una especie de obsesión y centro de atención para muchas personas. Particularmente en la última década, cuando socialités como Kim Kardashian pusieron a los traseros en el centro de atención provocando que multitudes deseen una retaguardia gigante. Debido a esto, la ciencia investigó el tema para explicar por qué el ser humano desarrolló tal fascinación por los glúteos.
En Australia, un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur condujo una serie de acciones para intentar mejorar nuestra comprensión sobre el tema. Según las conclusiones de estos científicos, nuestra fascinación por los traseros grandes pudo surgir mucho antes que nuestra propia especie. De hecho, sería una herencia de nuestros ancestros, los primates.
Darren Curnoe, biólogo de la UNSW Sydney, explica que nuestra pelvis es responsable de nuestro andar tan tranquilo. Sus dimensiones, considerablemente amplias y plenas, permiten ese desplazamiento estable que caracteriza al Homo sapiens. Las caderas, al igual que sucedió con nuestros cráneos y cerebros, crecieron para permitir que nuestros antepasados femeninos alumbraran con seguridad a sus descendientes.
Este sería el factor evolutivo por el que las mujeres presentan caderas más anchas y aparentan un trasero más grande que el de los hombres. Aunque, existe otro abordaje que sustenta la misma idea. Cuando hablamos de mujeres, se sabe que presentan una mayor concentración de grasa en las caderas, glúteos y muslos. Y la razón más probable de esta configuración anatómica es que se trate de un rasgo con propósitos sexuales.
¿Por qué nos fascinan los traseros grandes?
Es importante tener en cuenta que, en la naturaleza, la elección de una pareja depende de características relacionadas a la fertilidad o habilidad de reproducción. Esta influencia está presente en el ser humano, pues para la mayoría la búsqueda parte de localizar individuos con estos rasgos en específico.
Por otro lado, en el fondo es importante considerar que el trasero humano no guarda relación alguna con la fertilidad de la mujer. Además, nuestra especie es única en ese sentido, pues las mujeres no emiten una señal clara o evidente de que están en un período fértil, a diferencia de lo que sucede en las hembras de otras especies.
Nota cortesia de Escoria24 el culon de los blogs
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