En Malaui, una nación ubicada en la zona este de África, existe la figura de hombres apodados “hienas” cuyo trabajo es tener sexo por encargo con adolescentes que recién entran a la pubertad. ¿La razón? Según las creencias de los habitantes de la región, la práctica es un ritual de “purificación”.
Obviamente, son personas inmersas en una cultura completamente ajena a la nuestra cuyas creencias nos pueden parecer sumamente extrañas. Sin embargo, ¿hasta qué grado el aspecto cultural debe respetarse y propagarse sin interferencias? Por ejemplo, esta tradición de “purificar” a las niñas es la responsable de la propagación de diversas enfermedades de transmisión sexual, por supuesto además está el grave hecho de permitir como algo normal una cosa que no puede ser llamada por otro nombre más que violencia sexual.
Hace unos días, la BBC publicó un reportaje bastante chocante sobre la vida de uno de estos personajes. Se llamaEric Aniva y vive en una choza entre la basura. “Hiena” desde hace algún tiempo, ocasionalmente recibe ofertas para mantener relaciones sexuales con las menores y también con mujeres que han enviudado, pues la tradición dicta que únicamente pueden sepultar a sus maridos cuando reciben las “atenciones” de una “hiena”. Esta misma “purificación” se receta a aquellas mujeres que pasan por un episodio de aborto.
En lo que respecta a las menores, funciona como sigue: una vez que llega la primera menstruación, se les obliga a mantener relaciones sexuales con una “hiena” a lo largo de tres días. Solamente de esta manera se considera que han dejado la infancia para pasar a la etapa de la adultez. Si llegan a mostrar reticencia, se cree que la familia o incluso todo el pueblo será objeto de maldiciones.
Un sacrificio.
En entrevista para la BBC, Aniva confesó sostener relaciones sexuales con menores de entre 12 y 13 años. Garantiza que se siente orgulloso de su trabajo, que las jóvenes afirman sentir placer cuando están con él, aunque cuando se les pregunta a las niñas de la aldea, no hacen otra cosa que mostrar repulsión por el ritual. María, una de las niñas que pasó por la “purificación”, confesó que se había sometido al ritual para evitar que sus familiares padecieran enfermedades o murieran.
Aniva mantuvo en secreto su edad, pero sus rasgos físicos revelan a un hombre que supera la barrera de los 40 años, además está casado con dos mujeres, que conocen perfectamente su profesión. Antes de perder la cuenta, estaba convencido de haber tenido relaciones con 104 menores y mujeres adultas – no tiene idea de a cuántas pudo haber embarazado, pero asegura que tiene cinco hijos legítimos.
En la comunidad de Aniva existen diez hienas, y cada uno de estos hombres llega a percibir alrededor de US$ 7 dólares por servicio. Estos rituales son promovidos por mujeres a las que se considera guardianas de la tradición. Fagisi, Chrissie y Phelia son las tres guardianas que aceptaron hablar para la BBC, todas rondan los 50 años y su trabajo se resume en enseñar a las pequeñas a satisfacer a los hombres en la cama.
Estas tres mujeres aseguran que la “purificación sexual” es obligatoria para que tanto la familia de las niñas como los habitantes de la aldea no sufran de infecciones. Irónicamente, esta práctica se lleva a cabo sin protección y el argumento es un absurdo. Se cree que como las “hienas” son “buenas personas” y tienen un buen comportamiento, probablemente no sean vectores para la transmisión de enfermedades.
Una horrenda tradición.
Creer que el “buen comportamiento” los previene de las enfermedades es una creencia comprobadamente errada:10% de la aldea es portadora del VIH – entre los infectados se encuentra Aniva, aunque no toque el tema con los padres de las niñas que lo contratan como “hiena”.
Esta práctica no es nada nuevo y afortunadamente muchas ONGs, iglesias e incluso el gobierno de Malaui han venido criticándola, creando conciencia entre la población sobre lo que consideran “prácticas culturales nocivas”. Pese a estas campañas, las mujeres que toman parte en la organización del ritual consideran que no hay nada malo con esta interferencia brutal en la vida sexual de las pequeñas.
Aunque es una práctica común al sur del país, no es aceptada por todas las culturas – en algunos sitios, esta “purificación” se hace solo con mujeres viudas o que tienen algún problema de infertilidad. No olvidemos que Malaui se encuentra entre los países más pobres del mundo, por lo que poner fin a estos rituales no es, para nada, una prioridad en el gobierno y ni siquiera de la propia población en general.
“Quiero que la tradición se acabe. Nos fuerzan a dormir con hienas. No se trata de una decisión propia y creo que es algo muy triste para todas las mujeres”, dijo Fanny, una de las esposas de Aniva, cuando se le preguntó si le gustaría que su hija, actualmente con dos años, atravesara un ritual de “purificación” en el futuro.
El propio Aniva confiesa que pretende un futuro diferente para su hija: “Mi hija, no. No puedo permitir que eso suceda. Ahora estoy luchando para detener esta práctica”, le dijo al periodista Ed Butler. Según parece, Aniva vive en el retiro.
Pero la historia no se detuvo allí. El día de ayer (26 de julio), el gobierno del país ordenó la captura de Eric Aniva. “El presidente declaró que las prácticas culturales y tradicionales nocivas no pueden tolerarse más en el país”, declaró el portavoz de la presidencia, Mgeme Kalilani.
“Cualquier individuo involucrado en esta mala práctica será responsabilizado por someter a sus niñas y mujeres a este despreciable mal”, apuntó en un comunicado hecho por la presidencia del país, que criticó fuertemente el hecho de que Aniva sea portador del VIH y no se lo haya dicho a las niñas ni a sus familias.
Con información de BBC.