viernes, 14 de agosto de 2015

Matenme ya, no quiero esperar 20 años en el corredor de la muerte

El preso hispano Daniel Lee López ha sido ejecutado tras expresar su deseo de morir desde que fue condenado en 2010


Es un caso extremadamente atípico para un Estado como Texas, que tan sólo en 2014 ejecutó a 11 personas, el número más alto en el país. Daniel López falleció este miércoles tras recibir la inyección letal y lo hizo después de múltiples intentos por acelerar el desenlace.
La mayoría de quienes caen en el pabellón de la muerte en Huntsville, Texas, lo hacen pidiendo clemencia, alegando justicia y tras un promedio de entre 15 y 20 años, en las cortes, luego de agotar todos los recursos posibles para salvar sus vidas.
Pero López fue la excepción. “Acepto mi castigo, no lo hice a propósito, maté a un policía porque estaba tratando de escapar, no fue intencional pero me siento responsable, es por eso que estoy listo para irme”, dijo en una reciente entrevista.
Este jueves a las 18:31 fue declarado muerto en la unidad de las paredes de Huntsville. López de tan sólo 27 años fue condenado en 2010 por el asesinato del policía Stuart Alexander. El 11 de marzo de 2009 agredió primero a un policía que trataba de detenerle por una infracción de tráfico y luego se dio a la fuga. Mientras escapaba en una persecución a alta velocidad atropelló a Alexander, quien estaba colocando un dispositivo pincha llantas en la carretera.
López estaba bajo libertad condicional. En su juicio rechazó un acuerdo con los fiscales que le hubieran dado cadena perpetua a cambio de declararse culpable y clamó por la pena de muerte.
Este hispano incluso tuvo que batallar en contra de sus abogados de oficio, James Rytting, David Dow y Jeffrey Newberry, quienes interpusieron un recurso ante la Corte Suprema alegando que su cliente sufría de una enfermedad mental severa y destacaron varios intentos de suicidio previos.
"Es claro que se ha permitido a López usar el sistema legal en otro intento de quitarse la vida", dijo Dow. Pero la corte rechazó la apelación y se inclinó por la petición que el mismo López había hecho a un juez federal: dar término al proceso lo antes posible.
López mantuvo su postura hasta el final y en sus últimas palabras dijo: “Espero que esta ejecución ayude a mi familia y también a la familia de la víctima. Esto no debió haber ocurrido, fue algo fuera de mi poder. Sólo puedo recorrer el camino en frente de mí y hacer lo mejor de ello. Lo siento por hacerlos pasar por esto. Lo siento, los amo. Estoy listo”.
López es el ejecutado número 528 en el estado de Texas, desde que se reinstauró la pena de muerte en 1976. El décimo en recibir la inyección letal este año en el estado y el número 19 en todo el país.

Hubo justicia¿ El condenado ya dijo que fue accidental y esa muerte no es diferente de miles de accidentes de tránsito, tal vez una medalla póstuma al valor al policía caído y era suficiente consuelo a los deudos (y un poco de dinero también que siempre viene bien en una sociedad consumista como la estadounidense).

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