En 1875, el intrépido explorador Augustus Le Plongeon y su esposa, Alice Dixon, encontraron algo asombroso en el sureste de México. La pareja buscaba evidencia para respaldar sus peculiares teorías. Como la hipótesis que sostiene que la cultura egipcia pudo originarse en la Península de Yucatán, en México. Llevaban un par de años explorando la densa selva y desenterrando ruinas de la antigua civilización maya.
Y gracias a que cartografiaron meticulosamente la región, durante esa expedición capturaron algunas de las primeras fotografías de los majestuosos templos. Además, documentaron los fascinantes murales que adornaban estos sitios. También desenterraron esculturas y otros objetos de enorme relevancia pertenecientes a la civilización maya.
Las enigmáticas esculturas chac mool.
Y pese a no encontrar evidencia concluyente que respaldara sus controvertidas teorías sobre el origen egipcio. En la ciudad de Chichén Itzá descubrieron algo que dejó una huella histórica indeleble. Una efigie única: la figura de un hombre semi-reclinado, con la mirada fija a un costado, sosteniendo un plato o tazón sobre su abdomen. Le Plongeon bautizó a esta figura como “chac mool”, derivado de “chac”, que se traduce como “enorme” o “rojo”, y “mool”, que significa “pata de jaguar”.
El hallazgo desencadenó un interés creciente en las esculturas chac mool. Las cuales, con el tiempo, se han descubierto no solo en la región maya, sino también en otras partes de la vasta Mesoamérica. Una región cultural que se extiende desde el centro de México hasta Costa Rica y que albergó grandes civilizaciones en el pasado. Hace décadas que los arqueólogos buscan desentrañar los misterios que rodean a estas enigmáticas esculturas.
Las preguntas sobre a quiénes o qué representan, cuál era propósito, origen y por qué se encuentran en sitios y culturas tan diversas son objeto de profundos debates y exhaustivos estudios en la comunidad arqueológica. El arqueólogo José Luis Punzo Díaz lidera un equipo de investigación que se sumó al esfuerzo por arrojar luz sobre estas cuestiones. Sin embargo, Punzo subraya que “a pesar de las especulaciones, carecemos de datos científicos sólidos”.
Escultura chac mool purépecha.
Uno de los aspectos más destacados de esta búsqueda es el reciente descubrimiento de una escultura chac mool en la ciudad de Pátzcuaro, ubicada en el estado de Michoacán, México. El hallazgo resulta particularmente emocionante ya que, en palabras de Punzo Díaz, “es la punta del iceberg que nos permitirá comprender realmente estas piezas”. Su equipo emplea herramientas tecnológicas y científicas de vanguardia que anteriormente no estaban disponibles, lo que promete arrojar nueva información sobre estas enigmáticas piezas.
Aunque la estatua de chac mool descubierta por los Le Plongeon en 1875 es la más célebre, cabe destacar que es solo una de muchas encontradas. Esculturas que datan desde aproximadamente el año 600 d.C. hasta más allá del 1500 d.C. Pese a su notoriedad, estos objetos jamás se describieron o explicaron en documentos históricos de culturas como la tolteca, mexica, maya, purépecha u otras grandes civilizaciones mesoamericanas.
Por eso, se han tejido diversas teorías acerca del origen de estas estatuas y la figura humana que representan. El debate persiste sobre si se trata de un sacerdote, un soldado, una víctima de sacrificio, un rey o noble específico, un mensajero divino o incluso una divinidad. Pese a la incertidumbre sobre la identidad, existe un mayor consenso en cuanto a la función de la estatua. Se cree que estas figuras servían como altares para sacrificios u ofrendas. Exhibiendo una variedad de artículos como el tabaco, pulque, incienso, animales e incluso corazones humanos.
Cuestión cultural.
Pero, no todas las esculturas chac mool son idénticas, ya que presentan variaciones en aspectos como la orientación de la cabeza, ornamentos, posición del abdomen, piernas y base. En la década del 2000, los investigadores Alfredo López Austin y Leonardo López Luján recopilaron diversas teorías en torno a las esculturas chac mool. Concluyendo que tanto la forma como el significado varían en función de su ubicación geográfica, cronológica y visión del mundo.
El fenómeno también es motivo de especulaciones acerca de posibles migraciones a lo largo de los siglos. La presencia de una de las piezas más antiguas en la región de Chalchihuites, en el norte de Mesoamérica, sugiere la posibilidad de que chac mool haya “viajado” a través de diversas culturas y territorios. La ciudad de Tula, en el Valle de México, destacó como un importante sitio donde convergieron varias esculturas chac mool en lugares como puertas de palacios o plazas.
A pesar de estar situados a cientos de kilómetros de Yucatán, los toltecas ejercieron una influencia significativa en las culturas mayas en lugares como Chichén Itzá, que a su vez influyó en la región de la península y en la actual Centroamérica. “Las migraciones son la fuerza impulsora que explica muchas de estas cuestiones en Mesoamérica. Parece que hay migraciones desde el norte hacia el centro y oeste que traen este tipo de esculturas”, advierte Punzo Díaz.
Este viaje a través de diferentes culturas, rituales y cosmovisiones plantea cuestiones fascinantes y sigue siendo objeto de estudio e investigación en la actualidad. Como lo demuestra el reciente hallazgo de un chac mool en Pátzcuaro, la primera pieza atribuida a los purépechas que existieron en la región.
Nota cortesia de Palurdotl
No hay comentarios:
Publicar un comentario