Este lunes se anunció que México firmó el Tratado Transpacífico con otros doce países. Se trata de acuerdo comercial para estandarizar reglas de negocios en los países del Pacífico y fortalecer las relaciones económicas. Aunque nuestro gobierno y nuestros empresarios se apresuraron a elogiar el tratado, debemos preguntarnos, ¿realmente aumentará la calidad de vida del ciudadano común?
Primero que nada, debemos preguntarnos, ¿qué es el Tratado Transpacífico? Conocido como TTP (por sus siglas en inglés), se trata de un acuerdo entre Estados Unidos, Canadá, México, Perú, Chile, Japón, Vietnam, Singapur, Malasia, Brunei, Australia y Nueva Zelanda. El objetivo es construir un terreno común entre todos ellos para crear un ambiente de negocios más dinámico y libre.
Según se estima, este tratado controlará aproximadamente el 40% de la economía global. En concreto, se supone que con reglas en común, México podría colocar sus productos en Nueva Zelanda sin ningún problema, y el consumidor se beneficiará con mayor competencia y por lo tanto un aumento en calidad y precio. Además, los estándares de las condiciones del trabajo también se elevarán, de manera que los trabajadores mexicanos gozarán de los beneficios que tienen los canadienses o los estadounidenses.
Ojalá aquí terminara esta nota, pero no es así.
El tratado se ha negociado en la oscuridad completa y de espaldas a la ciudadanía. Los únicos que se han sentado a la mesa de negociación han sido los empresarios y los ministros de gobierno. De no ser por las filtraciones(principalmente de Wikileaks) no sabríamos nada realmente del TPP. Y dichas filtraciones muestran detalles verdaderamente inquietantes.
Uno de los asuntos más graves del tratado es el que se refiere a los derechos de autor. En México se pueden usar, citar y compartir cualquier obra protegida siempre y cuando no se haga con fines comerciales. Con las nuevas reglas (impulsadas, claro está, por Estados Unidos), estará prohibido compartir cualquier contenido del que no se tengan los derechos.
¿En qué se traduce? Bueno, si te gusta internet así como es hoy, vete despidiendo de él. De aplicarse a la letra, México tendría que invertir millones para perseguir a aquellos “delincuentes“ que no hacen sino regalar una canción, un libro o una película en internet. Podrían ir a la cárcel aunque no hayan ganado nada por ello. Como si en nuestro país no tuviéramos delitos más graves qué perseguir.
En fin, cualquiera puede decir que los derechos de autor no son lo más importante del mundo, pero ¿qué tal el derecho a la salud?. Otro de los asuntos controvertidos del tratado es el que se refiere a las medicinas. En esta caso, también Estados Unidos está tratado de imponer sus reglas. Como saben, las patentes de las medicinas no duran para siempre, por eso pueden crearse medicamentos genéricos más baratos después de un tiempo. Pues bien, el tratado propone que el tiempo de las patentes pueda extenderse prácticamente de manera indefinida.
Específicamente se cita el asunto de las medicinas biológicas, es decir, vacunas y tratamientos para el cáncer o el VIH. Con las nuevas regulaciones, no podrán existir genéricos de estas medicinas, y las grandes corporaciones transnacionales podrán cobrar lo que quieran. Según la asociación Médicos Sin Fronteras:
“A menos que las disposiciones peligrosas sean removidas antes de que las negociaciones terminen, el TTP están en camino de convertirse en el tratado comercial más dañino de toda la historia para el acceso a medicinas en los países en desarrollo“
Países como México, por supuesto.
Pero no termina ahí. El tratado también implica que las empresas podrán “cobrar“ sus pérdidas a los gobiernos. ¿Cómo funciona esto? Para explicarlo, Gisela Pérez de Acha, en un artículo publicado en Horizontal, cita el ejemplo del tabaco. Digamos que el gobierno de México impulsa una campaña muy grande para que los ciudadanos dejen de fumar. Si la campaña es exitosa, evidentemente se dejarán de vender muchos cigarros. Bueno, pues Marlboro o cualquier otra empresa de tabaco podrá demandar al gobierno y obligarlo a compensarlo por sus pérdidas. En otras palabras, las pérdidas las pagamos nosotros, los ciudadanos, con nuestros impuestos.
El Tratado Transpacífico está pensado desde las corporaciones de Estados Unidos. Su objetivo primario es crear una coalición comercial en el Pacífico que detenga a China y ganar control sobre la zona en detrimento de aquel país oriental. En contraste, derechos fundamentales para todos los ciudadanos de los países involucrados (no sólo de los países subdesarrollados) se verán seriamente lesionados.
En suma, puede ser que algunos productos sean más baratos y las condiciones laborales de algunos mejoren. No obstante, también es probable que muchas empresas mexicanas quiebren porque no pueden competir, o transnacionales instaladas en nuestro país se muden a otro lado, que sectores económicos como el campo sufran aún más, que muchos empleos se pierdan, que las medicinas sean más caras, que el internet sea más limitado y que acabemos pagando cientos de Fobaproas cada año.
En realidad la firma del tratado no es definitiva. El Congreso mexicano aún tendría que aprobarlo para que verdaderamente entre en funciones. El problema con esto es que no hay forma de que se aprueben los beneficios, pero no las amenazas. Es decir, es un tratado de “todo o nada“, que llega a las cámaras con toda la presión de Estados Unidos.
En conclusión, mientras no haya resistencia por parte de los ciudadanos, no habrá manera de detener todo esto.
J BUZON DE SUGERENCIAS C