Aún no, pero hemos ido escalando en el Índice de Estados Fallidos. Y si no ponemos un remedio, hacia allá vamos. México es el segundo país más violento del mundo, sólo después de Siria, que está en guerra. En nuestro páis las cifras de muertos, desaparecidos y desplazados son escalofriantes; hay cientos de miles, más que en las guerras de Vietnam, Afganistán e Iraq juntas. Y todo esto sucede a pesar de las penas de prisión. Juan Velazquez.
Vamos hacia un Estado fallido, porque el Presidente de la República está cediendo sus atribuciones, está cediendo el poder del Estado mexicano a la delincuencia. Eso es terrible. La estrategia de “abrazos no balazos” no funcionó, acusarlos con sus abuelitas no funcionó. ¿Qué es un Estado fallido? Es la incapacidad de las instituciones de proveer, de dar bienestar a la población, y claramente en México las instituciones no están funcionando. Kenia Lopez Roldan.
El mundo está observando con mucho cuidado lo que hace México en materia de combate al crimen organizado. Existe, ya, un nuevo nivel de desconfianza entre los países debido al problema de la inseguridad. Desconfianza que llega, en algunos casos, a niveles de considerar que existe una activa convivencia entre sectores del aparato de seguridad con los principales cárteles en México. México se aleja del mundo institucional y legal y se acerca peligrosamente al ilegal, que destruye sus instituciones democráticas. Ir de ese lugar hacia un Estado fallido es un camino muy corto. Ricardo Pascoe Pierce.
Estrictamente hablando México no es un Estado fallido, todavía; pero se muestra en esa ruta: como un Estado débil e incapaz de resolver la creciente ola de violencia y terror. México ha perdido el control del 30 al 35% de su territorio el cual (según el jefe del Comando Norte de Estados Unidos), está bajo el yugo de organizaciones criminales. Esto equivale al tamaño de Alemania y Reino Unido juntos. Según el Fragile States Index, México está en semáforo amarillo, en “advertencia”. Tiene indicadores sociales, económicos y políticos relativamente decentes, pero los de seguridad y justicia son desastrosos: el séptimo peor aparato de seguridad del mundo, en la misma categoría que Siria o Somalia; el país más inseguro del continente americano, peor que Haití, Honduras y Venezuela; 7 de las 10 ciudades más peligrosas del mundo son mexicanas; la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes es de 18, una de las más altas del mundo (el promedio de la OCDE es de 3); de 2006 a 2019 los homicidios dolosos sumaron más de 173 mil, cifra mayor que la de varios países en guerra civil (IISS); en el mismo periodo el número de desapariciones forzadas superó las 70 mil; la impunidad de los delitos es de 92%. La lista puede ser interminable. Todo ante la mirada impotente de la sociedad, fragmentada y polarizada. Carlos Iván Moreno Arellano.
Hoy no existe en el país un solo espacio que esté libre de crimen organizado, y un factor también que ha generado esta expansión es la incapacidad del Estado para garantizar vida y patrimonio. Esta falta de capacidad, la violencia, la corrupción, todo esto forma parte de lo que algunos teóricos llaman el Estado fallido, y el Estado fallido existe desde hace mucho tiempo y lo explica el hecho de la penetración tan fuerte del crimen organizado en estructuras del Estado, que genera un fenómeno que llamado “vacío de poder”. Estas zonas del país se vuelven asideros del crimen organizado, y es un fenómeno que se ha ido extendiendo en muchas entidades federativas donde el Estado ha perdido toda capacidad de reacción ante los embates del crimen organizado. Ricardo Ravelo.
Fuente: www.revistaabogacia.com
Nota cortesia de Don Mojon
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