En un pasado remoto, cuando los hilos de la historia y las leyendas se entretejían con misterio, surge un pasaje enigmático del antiguo libro del profeta Jeremías. Anclado en las páginas del Antiguo Testamento de la Biblia, un intrigante pasaje refiere una figura identificada como la “reina de los cielos”. Los expertos contemporáneos desentrañaron un antiguo relato de dioses y deidades que precedieron al monoteísmo patriarcal. Y en el centro de esta historia está Asherah, la consorte de Yahvé, el mismísimo Dios judeocristiano.
La esposa de Dios judeocristiano.
Ese ser supremo que trascendió los límites de las antiguas mitologías del Medio Oriente para convertirse en la divinidad única. Es aquí donde comienza un fascinante romance entre una diosa y el Dios todopoderoso. En este intrincado enigma, la teóloga británica Francesca Stavrakopoulou plasma su visión en un documental producido por la BBC titulado The Bible’s Buried Secrets. “Si Asherah fuera la mujer de Dios, los cimientos del monoteísmo se cimbrarían”, proclama con pasión en el programa.
El documental es un viaje por el tiempo y las culturas, donde la investigadora devela evidencia antigua que insinúa la presencia de la diosa en escrituras del mundo antiguo. Asherah, un nombre que reverbera en la Biblia hebrea en cuarenta ocasiones, terminó opacada y silenciada en la gran mayoría de las versiones traducidas.
Un hilo invisible conecta los puntos en el Antiguo Testamento, revelando cómo las menciones originales de la compañera de Yahvé se reemplazaron sutilmente por simples símbolos. En algunos casos sugiriendo idolatría o evocando la magnificencia de la naturaleza. A menudo, Asherah es personificada en el “árbol”, el “árbol de la vida” y el “bosque”.
“Asherah, madre de los dioses y eterna compañera del todopoderoso, El, dejó huella en las culturas cananeas. En las antiguas inscripciones hebreas del siglo VIII a.C., a esta diosa protectora se le asocia con Yahvé, el patrono del antiguo Israel y Judá. Dotada de poder para conceder bendiciones divinas, ocupó un lugar central en la mediación entre los mortales y el supremo Yahvé”, explica Stavrakopoulou.
Los cananeos veían en El la figura del dios creador. Y los historiadores contemporáneos creen que el Dios de la Biblia, Yahvé, surgió de una mezcla de deidades provenientes de mitologías antiguas, incluyendo la que rendía culto a El.
Los orígenes de Asherah.
La figura de Asherah es objeto de interés y debate entre los estudiosos de la historia antigua y las religiones. Si bien la Biblia hace referencia a ella con cierta frecuencia, es importante señalar que estas menciones tienen connotaciones negativas. A menudo, presentan a Asherah como una divinidad “extranjera”, adorada tanto por cananeos como por israelitas idólatras y los habitantes de Judá. Estos últimos son férreamente criticados por la creación de imágenes y objetos sagrados asociados a ella.
No obstante, un creciente grupo de académicos ha cuestionado la exactitud y objetividad del retrato bíblico de Asherah. Se sugiere que la deidad pudo ser un miembro importante del antiguo panteón israelita y judaico, donde Yahvé también tenía un papel destacado.
Según el teólogo estadounidense Daniel McClellan, los orígenes de Asherah se remontan a la Edad del Bronce, entre los pueblos hurritas que habitaron Mesopotamia en el siglo XIV a.C. Posteriormente, su culto se extendió a diversas regiones, incluyendo la antigua Ugarit, Anatolia, Fenicia y el territorio de Israel y Palestina. Asherah estaba asociada con la fertilidad, la guerra y, en sus inicios, también con el mar y la pesca.
Los descubrimientos arqueológicos revelan que estuvo muy presente en la cultura hebrea, donde se la menciona junto a Yahvé en inscripciones antiguas. Según McClellan, esto parece sustentar la teoría de que Asherah se considerada compañera de Yahvé en el panteón israelita primitivo. “Una de estas inscripciones aparece junto a un dibujo de deidades masculinas y femeninas con los brazos entrelazados”, explica el teólogo.
Asherah es eliminada de las sagradas escrituras.
Según Stavrakopoulou, los intentos de marginación y difamación hacia Asherah habrían iniciado a partir del VII a.C., después que los babilónicos destruyeran el templo de Jerusalén. Sobre todo, durante el reinado de Josías, cuando se llevó a cabo una campaña de centralización del culto hacia Yahvé conforme el templo se reconstruía. Por aquel entonces se asoció a Asherah con ídolos y se la presentó como una divinidad falsa o ilegítima. Con el tiempo, su papel en el panteón israelita prácticamente quedó en el olvido, en gran parte gracias a la influencia del exilio babilónico y a una reinterpretación de la religión.
La supresión de Asherah y la subsecuente consolidación de una cultura centrada en la figura masculina de Dios reflejan el contexto histórico y cultural en el que se desarrollaron estas creencias. Es importante destacar que este proceso todavía es objeto de revisión por parte de académicos, quienes han reconocido el retrato antiguo de Asherah y la pluralidad divina que enriqueció la antigua sociedad israelita y judía.
Nota cortesia de Mickey Pinero
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