El estadounidense Timothy Kurek simuló ser una persona con
orientación homosexual durante un año con la finalidad de
comprender y solidarizarse con las situaciones que la comunidad LGBT debe
enfrentarse día con día.
Aun cuando creció pensando que la homosexualidad era un
pecado, pues es hijo de cristianos conservadores, en 2010 decidió crearse
una propia percepción luego de que una amiga cercana que conoció en el club de
karaoke que frecuenta le confesara que su familia la había rechazado tras
revelarles que es lesbiana.
"Sentí
que Dios me había dado una patada en el estómago. Ella estuvo llorando en mis
brazos y yo, en vez de estar ahí para ella, estuve pensando en los argumentos
para convertirla. Uno aprende a temer a Dios. Se supone que lo correcto en ese
caso era decirle a mi amiga gay que era una abominación, y que debía arrepentirse
para poder ir al cielo".
Tras pensarlo por casi medio año,
empezó su "experimento", en el que buscaba saber lo difícil que se sentía ser gay y deber revelar tu secreto,
y además ser abandonado por todo el mundo. Así, les dijo a sus familiares,
amigos e iglesia que era homosexual.
Hubo sólo tres personas a quienes
les contó la verdad: su tía (que debía vigilar si su madre podía adaptarse a la
noticia), a su mejor amigo y a Shawn, un gay a quien conoció en el club de
karaoke y que le servía de guía en el mundo LGBT.
Empezó a trabajar en un bar gay,
a frecuentar el ambiente, y se inscribió en una liga gay de softball, que juega
a nivel local. Después de su experiencia, declaró:
"Lo que más me conmocionó fue el aislamiento. Antes de “convertirme” en
gay, tenía una vida social muy intensa. Después, el 95 por ciento de mis amigos
se alejó".