Oskar Dirlewanger tuvo un desempeño ejemplar durante la Primera Guerra Mundial. El ejército alemán llegó a condecorarlo con la Cruz de Hierro al menos en dos ocasiones, tanto por su honroso servicio en batalla como por las seis veces que lo hirieron en combate. En la última fase del conflicto, la unidad que comandaba (compuesta por aproximadamente 600 soldados) quedó atrapada en Rumanía. El viaje de regreso a Alemania resultó tan complicado que entre sus colegas lo consideraban un héroe.
Como sucede con los perdedores, los soldados alemanes resultaron objeto de múltiples hostilidades en cada territorio que cruzaban de regreso a casa. En aquellos lugares donde encontraban oposición férrea, optaban por cortar camino a través de bosques y montañas. Posterior a la guerra, Dirlewanger se integró a las filas de las Freikorps, grupos armados que proliferaron por buena parte del territorio alemán.
Oskar Dirlewanger en las Freikorps.
Muchos veteranos experimentados terminaron en estos grupos, pues tras las sanciones impuestas a Alemania tuvieron que deponer las armas y abandonar el ejército. Las Freikorps se financiaban desempeñándose como mercenarios, ofreciendo al mejor postor todo aquello que aprendieron en la Gran Guerra.
Dirlewanger comandaba a uno de estos grupos, al que sacó bastante provecho sofocando revueltas en otros países. Como la jerarquía militar de Alemania estaba completamente desmantelada, las Freikorps actuaban a sus anchas haciendo lo que se les venía en gana. Ninguna autoridad cuestionaba sus acciones y, por lo mismo, actuaban con total impunidad.
Y cuando no estaba en una operación, Dirlewanger se dedicaba de lleno a arruinar su propia vida. Era un alcohólico extremadamente violento que a menudo se metía en problemas con las autoridades. Muchas de sus juergas se convirtieron en peleas y disturbios que concluían en la celda de una prisión militar.
Por si fuera poco, sobre Oskar Dirlewanger pesaban cargos de agresión, asesinato y pedofilia. Era la oveja negra de la familia y su mal comportamiento lo llevó a romper lazos con todos sus familiares. Hermanos, primos, tíos, parientes cercanos y lejanos lo evitaban a toda costa por temor a su explosivo comportamiento.
Brigada Dirlewanger.
Cuando Alemania empezó a reorganizar sus fuerzas militares, las Friekorps se disolvieron y muchos de sus miembros se reincorporaron al ejército. Previo al inicio de la Segunda Guerra Mundial, Dirlewanger se encontraba en prisión. Pese a todas las condecoraciones y reconocimientos, tenía un historial de pesadilla. Durante una evaluación psiquiátrica, lo describieron como “un candidato ideal para el manicomio y no para el comando de una unidad”.
Pero, la urgencia del conflicto llevó a que las autoridades limpiaran su historial, lo liberaran e integraran como oficial de la Waffen SS. Allí le encomendaron liderar una unidad de Cazadores Furtivos. Tras la fama que cosechó con su retirada de Rumanía, los nazis vieron en él un candidato idóneo. En sus retorcidas mentes argumentaban que ningún otro soldado sería capaz de lograr tal hazaña. Probablemente tenían razón, aunque por razones equivocadas.
La brutal unidad de asedio adoptó el nombre de su comandante: Sonderkommando Dirlewanger. Pero, tras una serie de expansiones obtendría el título con el que ganó notoriedad histórica: Brigada Dirlewanger. Las palabras SS-Sturmbrigade Dirlewanger pasarían a representar una ola de horror y crímenes de guerra. Este grupo orquestó sabotajes, torturas, violaciones, asesinatos y todos aquellos crímenes de guerra concebibles.
Crímenes de guerra de Oskar Dirlewanger en Polonia.
En agosto de 1940, la Brigada Dirlewanger ya se desplegaba en territorio polaco ocupado, había transcurrido menos de un año desde la invasión alemana. Su misión era “atenuar” a los grupos insurgentes que se rebelaban contra la presencia nazi. El comando alemán hizo llegar una carta a Dirlewanger notificándole que podía lidiar con la situación de la forma que considerada más oportuna, siempre y cuando diera resultados.
Una parte de la Brigada estaba conformada por veteranos que pertenecieron a las Freikorps, hombres involucrados en crímenes atroces. Pero, entre las filas del grupo también se encontraban presidiarios que alcanzaron la libertad para unirse al ejército. Los menos peligrosos eran criminales involucrados en temas de robo, extorsión y corrupción.
Pero también albergaba asesinos, violadores y soldados indisciplinados dados de baja por actitudes temerarias que no coincidían con el desempeño de un militar. Parecerá una exageración clasificar a la Brigada Dirlewanger como un grupo de psicópatas, pero esto no está lejos de la verdad. El grupo no tenía consideración alguna con los civiles. Cualquier persona que se atravesaba en su camino y parecía sospechosa, se ejecutaba en el acto.
Perpetraron violaciones y torturas masivas casi siempre bajo los efectos del alcohol o las metanfetaminas. Durante los recorridos a su centro de operaciones podían observarse los botines producto del robo y soldados completamente alcoholizados. Pero, lo más lamentable eran los gritos de mujeres y niños ultrajados en los sótanos.
El rechazo de los nazis.
Muchos miembros de la Brigada Dirlewanger terminaban en prisión constantemente, pero la influencia de su comandante los ponía en libertad, aunque se les acusara de crímenes graves que ameritaban corte marcial o fusilamiento. En aquella época, la jurisprudencia militar alemana solía perdonar toda clase de atrocidades siempre y cuando se tradujeran en resultados.
Gradualmente, los nazis despenalizaron muchos crímenes militares. Al propio Dirlewanger se le acusó de asesinar a uno de sus hombres durante una pelea con cuchillos, mantener a una esclava sexual y ordenar la ejecución de incontables civiles. Pero, la cantidad de informes sobre la actuación de este grupo terminó hartando a las autoridades alemanas.
Incluso miembros de la Gestapo y la SS se incomodaron con los reportes. Los soldados que debían colaborar con estos maniáticos quedaban horrorizados por su forma de actuar. La situación escaló hasta el punto en que el gobierno provisional de Polonia amenazó con detener a la Brigada Dirlewanger si no la transferían inmediatamente. En la solicitud señalaban que la moral de la tropa convencional amainaba cuando se les forzaba a actuar junto a estos dementes. Muchos oficiales los querían lejos, pues los consideraban un peligro.
Cuando el este se convirtió en el principal escenario del conflicto, la Brigada se trasladó a Bielorrusia, donde sus habilidades podían resultar útiles contra los soviéticos.
Oskar Dirlewanger siembra el terror en Bielorrusia.
Ante un escenario poco favorable para Alemania, el propio Heinrich Himmler otorgó a Dirlewanger un permiso especial para actuar con total libertad. Era algo inaudito que un oficial del ejército alemán gozara de tantas libertades. Tras recibir luz verde, Dirlewanger visitó diversas prisiones alemanas y eligió personalmente a sus nuevos reclutas. Entre sus principales candidatos figuraban los soldados condenados por excesos.
Básicamente buscaba a hombres duros, entrenados y que le obedecieran con absoluta lealtad. Si uno de los elegidos no cumplía estos requisitos, Dirlewanger ordenaba que lo disciplinaran. Cualquier soldado que se atrevía a desobedecerlo corría el riesgo de morir fusilado. El comandante aprovechó al máximo la libertad otorgada por los nazis.
Se sabe que regularmente ordenaba la ejecución de civiles solo para confirmar la lealtad de sus hombres. La Brigada Dirlewanger actuaba como una plaga en cualquier lugar donde se apostaba, disparando inmediatamente el índice de mortalidad en la región.
El “Gandhi” nazi.
Era extremadamente inusual que un oficial alemán tratara a sus elementos de manera informal y los llamara por su primer nombre. Pero, Dirlewanger actuaba de esta forma y solía ser muy cercano a sus soldados. Además de beber y socializar con ellos, les permitía abiertamente los saqueos, cosa que la mayoría de los oficiales jamás autorizarían.
Actuando como uno más de la brigada que llevaba su nombre, Oskar Dirlewanger torturaba, violaba y mataba. También participaba activamente en los combates, entrando en acción mucho más que la mayoría de los oficiales a su nivel. Su notable serenidad en medio de la batalla y esa conexión especial con su tropa le valieron el irónico apodo de “Gandhi”.
Bielorrusia recibió el azote de la terrible Brigada Dirlewanger durante tres largos años. Mostraban tal perversidad en sus actos que llegaron a calificarlos como “soldados medievales”. De hecho, Dirlewanger no veía a sus hombres como soldados miembros de un ejército, más bien los consideraba guerreros.
Cuando marchaban por campos minados, tomaban niños y mujeres que hacían caminar frente a ellos para “limpiar el terreno”. Y si alguna aldea levantaba la más mínima sospecha, encerraban a todos los habitantes en un recinto y les prendían fuego. Simultáneamente, los asesinatos, torturas y violaciones estaban a la orden del día.
Levantamiento de Varsovia.
Durante el Levantamiento de Varsovia en 1944, la Brigada Dirlewanger se ensañó particularmente con la población. En esa época los soviéticos se aproximaban a Polonia y los rebeldes vieron la oportunidad de recuperar la capital. Hitler ordenó que los aplastaran, y entre las brigadas responsables de cumplir esa orden se encontraba la que dirigía Dirlewanger.
La Brigada Dirlewanger vuelve a Polonia.
Los relatos sobre las operaciones que realizó este grupo en Varsovia son terribles. Una de las historias más impresionantes provino de un teniente alemán al que los rebeldes polacos tomaron prisionero en un edificio de varios pisos. El oficial mencionó que la Brigada Dirlewanger se abrió pasó con una lluvia de balas hasta recuperar la posición. Sin embargo, tras un breve silencio el sonido de las detonaciones fue reemplazado por gritos de horror. Al asomarse por una de las ventanas, el oficial observó a los rebeldes siendo arrojados por las ventanas del edificio con cuerdas alrededor del cuello.
Afortunadamente, el Levantamiento de Varsovia puso fin a la historia de la Brigada Dirlewanger. Poco después de regresar a Polonia, Dirlewanger recibió su duodécima herida en batalla, aunque esta vez no logró reponerse lo suficiente como para continuar al frente de la unidad. Los 7 mil hombres que quedaban terminaron reasignados en otras unidades.
Sin Dirlewanger como líder, el grupo recibió soldados sin mucha experiencia e incapaces de soportar las atrocidades que cometían los más experimentados. En los primeros meses de 1945, la incursión del Ejército Rojo en la región de Halbe diezmó a la tropa, aunque unos pocos cientos lograron sobrevivir.
La confesión de los crímenes de guerra.
En la década de 1960, un antiguo miembro de la Brigada Dirlewanger no soportó el remordimiento y terminó confesando sus crímenes. Por ejemplo, proporcionó detalles sobre la ocasión en que la unidad tomó una ciudad y Dirlewanger ordenó a sus soldados asesinar a todos los niños resguardados en un orfanato. Para ahorrar munición, les dijo que usaran las bayonetas y culatas de los rifles. Este sombrío episodio de la guerra hoy es recordado como la Masacre de Wola. Se estima que al menos 500 niños murieron aquel día.
Los franceses terminaron capturando a Dirlewanger mientras intentaba mezclarse con los refugiados. La versión oficial es que murió de causas naturales mientras esperaba juicio. Sin embargo, los rumores dicen que unos soldados polacos que lo reconocieron lo asesinaron a puñaladas. Es imposible calcular el número de vidas que tomó este ser tan despreciable, pero su muerte ni siquiera destacó en las noticias.
Increíblemente, muchos ven en los monstruos sádicos que conformaron la Brigada Dirlewanger las figuras de héroes. Llegaron a escribirse muchos relatos e historias resaltando sus hazañas militares. De hecho, se sabe que algunos sirvieron en la Legión Extranjera Francesa, desplegados para el combate en el sudeste asiático y el Norte de África. El símbolo de aquella despreciable unidad, las dos granadas formando una “X”, aún aparece en banderas de grupos extremistas.
Quizá, lo más lamentable es que ningún miembro de la Brigada Dirlewanger fue procesado formalmente por crímenes de guerra. Para polacos y bielorrusos, esta unidad no era más que una banda de asesinos psicópatas.
Cortesia de Chucky bb
No hay comentarios:
Publicar un comentario