lunes, 31 de mayo de 2021

Leyenda del Hombre Lobo



Esta historia es uno de los orígenes más antiguos de la leyenda del hombre lobo. 

Licaón era hijo de Pelasgo, un rey que gobernó Arcadia de forma justa y la hizo prosperar. A su muerte, Licaón asumió el control y dio rienda suelta a algunos de sus vicios ocultos: los sacrificios humanos y la antropofagia. Ovidio afirma que el nuevo monarca tenía la costumbre de atrapar a los viajeros que llegaban a su casa, sacrificarlos en honor a los dioses y después devorarlos, violando así la sagrada ley de la bendita hospitalidad.

Júpiter, molesto, decidió averiguar qué estaba pasando y se hizo pasar por un viajero cualquiera y se hospedó en el palacio de Licaón. Esté se preparó para matar al peregrino, pero, alertado por algunas señales divinas, quiso asegurarse antes de que no era un dios, como afirmaban los temerosos súbditos. Aunque las gentes de Arcadia percibieron el engaño, Licaón pensaba que era un farsante y le ofreció como cena la carne de un hombre. Para ello hizo cocinar la carne de una de sus víctimas o de un esclavo, y se lo sirvió a Júpiter. 

Enfurecido, el dios destruyó la ciudad con sus rayos,  incendió después el palacio que había sido testigo de tanta crueldad, mató a los hijos de Licaón y le convirtió en lobo, pudiendo volver a su forma humana siempre que no hubiera comido carne humana en diez años. Se dice que los aullidos de los lobos son una súplica a Júpiter para que perdone a Licaón.




Cortesía del Tortero Comunista

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