jueves, 30 de julio de 2015

La historia del león del castillo de Gripsholm y su extraña sonrisa


Esta es la historia del león que vivió encerrado en una minúscula jaula por años y peor aún, cuando murió, lo disecó un taxidermista que jamás había visto un animal similar, dejando su rostro hecho un completo disparate. 
En el siglo XVIII, regalar un animal salvaje era de lo más exclusivo entre la realeza, por lo que mediante un intercambio de favores y con el deseo de estrechar lazos, el Rey Federico I de Suecia recibió un precioso león enviado por el Rey de Argel en 1731.
Inmediatamente, Federico I cayó rendido ante la belleza del mamífero, tanto que ordenó que fuera disecado cuando el animal murió. No obstante, el pobre taxidermista al que le encomendaron la misión jamás había estado en contacto directo con los reyes de la selva, además de que sólo le entregaron la piel y huesos.

Entonces, el encargo se convirtió en una misión imposible: volver a hacer que la piel y los huesos tuviera la apariencia del león original. ¿El resultado? Aquí te lo mostramos, aunque consiguió que su perfil se pareciera al de un león, su cara es un completo disparate, comenzando por su extraña dentadura y su sonrisa.